Erase una vez una diosa llamada Pepa, que paseaba por el bosque recolectando frutos y flores poniendo especial atención en sus olores.
Recogió lima, melón y durazno, pasando por violeta, frambuesa y cardamomo.
Al final de su recorrido agregó ámbar, vainilla y musgo.
Creo así una fragancia muy especial, y se la entregó a sus valientes ninfas para resaltar la dulzura y fortaleza de todas ellas.